Mi cerebro empieza a procesar todo en cuantums de 140 caracteres, a pensar en ideas y tareas en términos de nubes y widgets, a agendar asuntos con la lógica de entradas secuenciales en un blog, a pensar en mis amistades como avatares y a prescindir del teléfono por considerarlo un aparto arcaico y poco estimulante.
Y es que sean sinceros, ¿a poco no hay amistades a las que recuerdan más por su avatar en alguna red social o mensajero que por su cara en la vida real?
Estoy seguro que para los tecnófilos y geeks esa es una realidad y lo será aún más en el futuro. Las próximas generaciones interactuarán más con aparatos y pantallas de video que con seres humanos. Ni bueno, ni malo, simplemente así será. Hay un ejército de futurólogos, sociólogos, mercadólogos, psicólogos y pensadores, que están tratando de entender hacia a donde nos movemos como sociedad, pero en especial entender cuales son y serán nuestros comportamientos de consumo y de como pueden aprovecharse de ellos, influirlos y modificarlos. De hacer bien su tarea depende la supervivencia de muchas empresas e inclusive industrias completas.
Nos estamos haciendo tan dependientes de la tecnología, que ahora es más fácil mover y manipular a grandes masas. En el pasado se requería gran liderazgo, poder de oratoria, deidades, sacerdotes, guerras, tortura y/o amenazas para lograr convencer o coercionar a grupos humanos a que se alinearan en determinada dirección. Hoy eso se logra en tiempo record. El mismo video es visto por millones de personas en el mundo. Si salta una noticia espectacular, hay miles de personas que se enteran por sus contactos, antes de que muchos medios, otrora todopoderosos puedan consignar la noticia. Del mismo modo surgen los engaños masivos que le dan la vuelta al mundo como tsumami y unas cuantas horas después regresan como resaca al ser desmentidas y dejando daños entre los crédulos iniciales.
Nuestra capacidad para filtrar y analizar la información esta siendo rebasada y reaccionamos como peces en cardumen, como ave en parvada, como borregos en rebaño. Y peor aún ni siquiera somos conscientes de la manipulación en muchas ocasiones.
¿No han notado que ahora consumen lo que antes odiaban?
¿No han notado que opinan ahora lo que antes jamás pensaron decir?
¿No han notado que ya no saben si son ustedes o alguno de sus personajes el que habla?
Netsquizofrenia, es el término que acuñé para el fenómeno de la fragmentación de la personalidad en la red, en multiples personalidades que surgen y se adormecen dinámicamente dependiendo del interlocutor o grupo con el que estemos interactuando, de su lengua nativa, giros idiomáticos, edad y nacionalidad. No somos los mismos hablando en nuestro idioma nativo que en otros, e inclusive los insultos nos suenan inocuos en una lengua extranjera. ¿No es verdad, che?