
Aunque evito utilizar palabras raras o que sean desconocidas para el común de las personas y los traductores automáticos, es posible que a veces inconscientemente lo haga. Por lo general no tendrán problema en buscarlas en Google o en algún diccionario, pero eso no es cierto en el caso del
chilangoñol, que es la lengua de la especie endémica de subhumanos productores y consumidores de
imecas, que habitan de la ciudad más poblada, contaminada, corrupta, apestosa, caótica, sucia, ruidosa, pirata, chafa, chueca, fayuquera, guarurera, chafireta, pachanguera, mordelona, talachera, chorera, chunda, chemera, tranza, secuestradora y delincuencial del orbe. Me refiero a la Ciudad de México, cruce de civilizaciones desde hace 7 siglos, de norte a sur, de este a oeste, de ida y vuelta, y de regreso.
Aquí una poesía de
Jaime López en su
mater lingus adoptiva.
Chilanga Banda
Ya chale, chango chilango
Que chafa chamba te chutas
No checa andar de tacuche
Y chale con la charola.
Tan choncho como una chinche
Más chueco que la fayuca
Con fusca con cachiporra
Te pasa andar de guarura.
Mejor yo me echo una chela
Y chance enchufo una chava
Chambeando de chafirete
Me sobra chupe y pachanga.
Si choco saco chipote
La chota no es muy mulacha
Chiveando a los que machucan
Se ve en morder su talacha.
De noche caigo al congón
No manches dice la changa
A choro de teporocho
En chifla pasa la bacha.
Pachucos cholos y chundos
Chichinflas y malafachas
Acá los chómpiras rifan
Y bailan tíbiri tábara
Mi ñero mata la bacha
Y canta la cucaracha
Su choya vive de chochos
De chemo churro y garnachas.
Tranzando de arriba abajo
Ahí va la chilanga banda
Chin chin si me la recuerdan
Carcacha y se les retacha.
¡Chanfle!